Este artículo (enlazado más abajo) recoge una entrevista a Siaud-Fachin (psicóloga y psicoterapeuta) sobre superdotados, adultos y niños, con ideas que me parecen muy interesantes y acertadas, y que me gustaría compartir:
Sobre el adulto…
«Dar el paso para saber si uno es superdotado no es fácil. Los niños están acostumbrados a que los evalúen, los juzguen y los observen pero… ¿un adulto? «Un adulto tiene miedo. Primero hay que sospecharlo, y uno no quiere pecar de arrogante… También tiene miedo a mostrar sus límites, y puede pensar que su búsqueda le va a resultar absurda al psicólogo. Hay que llamar a la puerta de una consulta… ¿Para contarle qué? ¿Que queremos pasar por una evaluación psicológica? Pero, ¿con qué fin? ¿Cómo expresar lo indecible? ¿qué va a pensar el terapeuta? ¿Que se trata de orgullo, de pretensión, inadaptación o incluso locura?», se pregunta Jeanne Siaud-Facchin, psicoterapeuta y una de las mayores expertas europeas en los problemas que conllevan tener este tipo de inteligencia. «Ahí no queda todo. El verdadero problema es que planteárselo supone hacer un balance personal: es aceptar el encuentro con un psicólogo para abordar ese interrogatorio, osar enfrentarse a un montón de pruebas y, por último, enfrentarse a un análisis de uno mismo, al reflejo íntimo de lo que se es y… ¿tenemos realmente ganas de conocer las respuestas?», inquiere esta profesional.
La cuestión, según Siaud-Facchin, no es baladí. «En realidad, lo ideal sería que un superdotado fuera diagnosticado en la niñez, porque demasiado a menudo estas personas cuando no saben su condición resultan ser unos fracasados en la vida», remarca. Pero… ¿Cómo se llega hasta esa conclusión? Sobre todo, cómo se llega cuando no has sido diagnosticado de joven, y el primer efecto de este tipo de inteligencia es dudar de… la propia inteligencia«.
Sobre el niño…
«-¿Cómo es la convivencia con un niño superdotado en la familia?
-No es fácil. De la mañana a la tarde y de la tarde a la mañana, ese niño pide, interviene, discute, argumenta y no se contenta nunca con explicaciones sencillas, pues quiere saber por qué una y otra vez, y entonces vuelve a poner en tela de juicio todas las instrucciones. ¿Por qué tengo qué hacer esto? ¿De qué sirve? ¿Por qué me lo preguntas? ¿Por qué es obligatorio? etc. Detector de límites, de todos los límites, ese niño lleva hasta el extremo a unos padres extenuados y a menudo infelices porque se sienten desbordados. Para ese niño que capta y experimenta las dificultades de sus padres, suele surgir entonces una causa suplementaria de inquietud: «Si mis padres se derrumban, ¿yo qué haré?». Habrá crisis y lágrimas.
–¿Cómo deben actuar los padres cuando se enteran de que tienen un hijo superdotado?
–Deben tener cuidado de no esperar más de lo que ese niño puede dar. Si se le trata bien un niño superdotado puede conseguir grandes cosas, pero tampoco es obligatorio. Muchas veces los padres reprochan a este tipo de niños no utilizar bien su inteligencia. Y esto es nefasto para el niño. Con estos pequeños se debe trabajar sobre todo la gratificación, el «lo haces bien, sigue por ese camino». Hay que tener en cuenta que son hipersensibles, por lo que nunca serán unos pequeños con un ego muy fuerte. Como dudan mucho de sí mismos, hay que reforzarles más. Esto va en contra de la intuición. Como ya son superdotados, podemos pensar que no necesitan apoyo, pero es justamente lo contrario. Educar, enseñar y acompañar a un niño superdotado todos los días es muy enriquecedor, pero requiere un esfuerzo constante«.
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